IEA (2023), Latin America Energy Outlook, IEA, Paris https://www.iea.org/reports/latin-america-energy-outlook-2023?language=es, Licence: CC BY 4.0
Resumen ejecutivo
América Latina y el Caribe está bien posicionada para prosperar a medida que el mundo se adentra en una era de energías limpias
La forma en que América Latina y el Caribe utilice sus vastos recursos, determinará el futuro energético de la región y su papel en el sistema energético global. América Latina y el Caribe constituye una región grande y diversa en términos de desarrollo económico y recursos naturales. Es rica en combustibles fósiles y energía renovable, así como en minerales críticos. Ya sea aprovechando los biocombustibles en Brasil, la energía hidroeléctrica en Brasil, Venezuela, México, Colombia, Argentina y Paraguay, o los recursos solares y eólicos de alta calidad en Brasil, México, Chile o Argentina; produciendo cobre o litio en Chile, Perú y Argentina, minerales esenciales para las tecnologías de energía limpia; o aprovechando los vastos recursos de petróleo y gas natural en Venezuela, Brasil, Colombia, Argentina, México o Guyana, América Latina y el Caribe está bien posicionada para prosperar a medida que avanza la transición hacia las energías limpias y para contribuir a la seguridad energética global y a los objetivos climáticos.
Solar PV and wind average capacity factors in Latin America and the Caribbean, 2022
AbrirLos combustibles fósiles representan alrededor de dos tercios de la matriz energética de la región, una cifra considerablemente inferior al promedio mundial del 80%, gracias a la participación del 60% de energías renovables en la generación de electricidad. La energía hidroeléctrica por sí sola representa el 45% del suministro eléctrico de la región. En Costa Rica y Paraguay, casi todo el suministro eléctrico proviene de fuentes renovables. Los combustibles fósiles dominan en muchos sectores de uso final y el petróleo es, en particular, el principal combustible utilizado en el transporte. Sin embargo, el porcentaje de biocombustibles en el transporte terrestre duplica la media mundial. América Latina y el Caribe representa el 5% de todas las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero (GEI) relacionadas con la energía desde 1971, mientras que representó el 9% del PIB mundial durante el mismo período. Hoy en día, la región es exportadora neta de petróleo crudo y carbón, pero importadora neta de productos derivados del petróleo y gas natural.
América Latina y el Caribe representa hoy el 8% de la población mundial y el 7% de la economía global, pero puede desempeñar un papel fundamental en la nueva economía energética. Con grandes recursos de petróleo y gas, la región puede ayudar a diversificar el suministro de petróleo y gas en el corto plazo. También está avanzando en el desarrollo y exportación de biocombustibles avanzados e hidrógeno de bajas emisiones, y está intensificando la producción de minerales críticos esenciales para las tecnologías de energía limpia. La región tiene todos los ingredientes para realizar transiciones seguras, asequibles y rápidas. Además, el éxito en América Latina y en el Caribe puede aportar muchos beneficios al mundo.
Share of global energy resources and reserves in Latin America and the Caribbean, 2022
AbrirLas transiciones hacia energías limpias ofrecen oportunidades para un crecimiento económico más sólido
La economía de América Latina y el Caribe está saliendo de un período de crecimiento lento en los últimos diez años. La tasa de crecimiento de la región ha sido un tercio de la media mundial durante este período. La considerable carga de la deuda, los déficits fiscales, la elevada inflación y la crisis energética mundial han frenado el crecimiento económico. Esto generó ecos de la llamada “década perdida” de los años 80, cuando el PIB regional creció lentamente en medio de crisis de deudas y caída de las inversiones.
Se puede lograr un crecimiento económico más fuerte con políticas energéticas sólidas y desarrollo de los recursos. Se espera que el crecimiento económico se recupere en la próxima década alcanzando más del doble del desarrollo económico observado durante la última década, a medida que los países fortalecen sus sectores industriales y de servicios, se centren en productos de mayor valor y aprovechen los enormes recursos energéticos y minerales de la región, lo que también impulsará la competitividad económica de los sectores que consumen mucha energía. Para atraer la inversión extranjera directa se necesitan diversas medidas, tales como implementar marcos regulatorios claros, simplificar los procedimientos administrativos y trabajar estrechamente con instituciones de desarrollo.
Nuestro Latin America Energy Outlook 2023 (Perspectivas Energéticas de América Latina 2023) —el primer reporte de perspectivas de la AIE para la región— contiene un análisis en profundidad de las tendencias energéticas y climáticas a nivel nacional y regional, identificando oportunidades y retos clave, a medida que se recupera un crecimiento más sólido. Este informe explora tres escenarios. Se centra en el Escenario de Políticas Declaradas (Stated Policies Scenario o STEPS), que refleja la configuración de las políticas actuales, y el Escenario de Compromisos Anunciados (Announced Pledges Scenario o APS), que presupone que todos los compromisos y objetivos se logren en su totalidad y a tiempo, incluidos los objetivos climáticos establecidos por las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional. El APS también refleja los compromisos de emisiones netas cero asumidos por 16 países (Antigua y Barbuda, Argentina, Barbados, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Dominica, República Dominicana, Granada, Guyana, Jamaica, Panamá, Perú, Surinam y Uruguay) que en conjunto cubren el 60% de las emisiones de dióxido de carbono (CO2) relacionadas con la energía y dos tercios del PIB de la región. Los avances también se comparan con el Escenario de Emisiones Netas Cero para 2050 (Net Zero Emissions by 2050 Scenario o NZE), que traza una vía para descarbonizar el sistema energético global a mediados de siglo.
La electricidad limpia proporciona un trampolín para la transición de la región
Los amplios recursos renovables brindan una oportunidad para hacer que el sector eléctrico de América Latina y el Caribe, que ya es uno de los más limpios del mundo, sea aún más limpio. Las fuentes de energía renovables superan el crecimiento de la demanda de electricidad en todos los escenarios. Con las políticas actuales, eleva su cuota de suministro de electricidad de poco más del 60% hoy en día, a dos tercios en 2030 y al 80% en 2050 con las políticas actuales. La energía hidroeléctrica, que ha sido la base del suministro eléctrico de la región durante décadas, proporciona hoy la mayor parte de la electricidad en Brasil, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Panamá, Paraguay y Venezuela. Si bien sus perspectivas de crecimiento son más limitadas en el futuro debido a preocupaciones medioambientales y sociales, la energía hidroeléctrica representa una enorme fuente de flexibilidad. Esto será fundamental, ya que la cuota de energía solar fotovoltaica y la eólica en la generación de electricidad se duplicará de aquí a 2030, desde un 11% actualmente, hasta un 40% en 2050. Brasil, México, Chile y Argentina lideran el desarrollo de energía solar fotovoltaica y eólica. El gas natural seguirá generando alrededor de una cuarta parte de la electricidad hasta 2030, mientras que el carbón y el petróleo disminuirán rápidamente. En el APS, la región acelera el cambio hacia las energías renovables, superando una cuota del 70% en 2030, 10 años antes del STEPS, y más del 90% en 2050.
Integración regional ofrece ventajas adicionales en materia de seguridad y costes a medida que evoluciona la matriz eléctrica. Aunque se conocen bien los beneficios y se han logrado avances con las interconexiones bilaterales y las centrales eléctricas de propiedad conjunta, el comercio transfronterizo de electricidad sigue siendo limitado en la actualidad. Nuestro análisis revela que los beneficios de una integración regional más sólida en América Latina y el Caribe aumentará debido a varios factores: vincular países con diferentes porcentajes de energía eólica y solar fotovoltaica reduce las necesidades de flexibilidad; aprovechar un conjunto más amplio de recursos disponibles mejora la flexibilidad del suministro; y conectar la demanda y el suministro de electricidad de diferentes zonas climáticas proporciona una mayor resiliencia a las condiciones cambiantes.
La electricidad adquiere mayor protagonismo en la economía regional y es la forma de energía final de más rápido crecimiento en América Latina y el Caribe. La demanda de electricidad crecerá un 90% hasta 2050 con las políticas actuales y un 180% si se cumplen todos los compromisos y objetivos, lo que duplica el porcentaje de electricidad en el consumo final total. Las energías renovables baratas de la región dan a la electricidad una ventaja de costes en muchas aplicaciones frente a otros combustibles, particularmente el gas natural en los países importadores. En el APS, el principal impulsor del crecimiento de la demanda de electricidad es la producción de hidrógeno, seguida de las edificaciones (incluidos los electrodomésticos y los aires acondicionados), la electrificación del transporte (con casi 16 millones de vehículos eléctricos, incluidos autobuses, en las carreteras en 2030) y el crecimiento de la industria para producir hierro y acero, aluminio y productos químicos más limpios. La demanda máxima de electricidad aumenta incluso más rápido que la demanda media en ambos escenarios, lo que pone en evidencia la necesidad de fortalecer la capacidad despachable y el almacenamiento para mantener la seguridad eléctrica.
Las políticas determinan el rumbo de la matriz energética en América Latina y el Caribe
Las políticas actuales se encaminan a un crecimiento modesto del uso de combustibles fósiles en la región a largo plazo, complementado con energías renovables. A medida que la demanda total de energía supera el crecimiento de los combustibles fósiles, su proporción en la matriz energética cae del 67% actual al 63% en 2030 y al 54% en 2050. En esta senda, el uso de petróleo experimenta un crecimiento modesto, y sigue siendo, por un margen grande, el combustible dominante en el transporte, a pesar de un mayor uso de biocombustibles y de la penetración de vehículos eléctricos. El gas natural también continúa creciendo, con una nueva demanda proveniente de las industrias químicas y siderúrgicas en México, Argentina y Brasil, lo cual se suma al creciente uso en el transporte y la construcción, y a una demanda estable en el sector eléctrico. El carbón sigue siendo una pequeña parte de la matriz energética de la región a medida que disminuye su demanda, con reducciones en el sector eléctrico en Chile, Brasil y México compensadas en parte por un mayor uso en la industria. A pesar del crecimiento de los combustibles fósiles, las energías renovables cubren la gran mayoría de la nueva demanda de energía en la región con las políticas actuales, principalmente gracias a la expansión de la electricidad renovable y a una duplicación del uso de biocombustibles en el transporte y a un mayor uso de la bioenergía en la industria. Esto eleva la proporción de energías renovables del 28% en 2022 a más del 40% en 2050.
Share of oil in total energy demand by scenario, 2022-2030
AbrirCumplir todos los compromisos y objetivos a tiempo marca un camino diferente para América Latina y el Caribe, que conduce a una disminución en el uso de combustibles fósiles en favor de fuentes de bajas emisiones. En este camino, el consumo de cada combustible fósil alcanza su punto máximo en esta década y luego disminuye de forma constante. El uso de petróleo se reducirá a más de la mitad de aquí a 2050, donde la mayoría de las reducciones en el transporte se deberán a una mayor disponibilidad de transporte público, vehículos eléctricos, aumentos de la eficiencia y combustibles más limpios. Brasil lidera la expansión del uso sostenible de biocombustibles, mientras que Chile y México aumentan sus flotas de vehículos eléctricos. En esta senda, el uso de gas natural en la región disminuirá en un tercio para 2050, con las mayores reducciones presentándose en el sector eléctrico en Argentina, Brasil, México, Chile y Colombia. Descarbonizar la electricidad en estos países para cumplir los compromisos y los objetivos es también el principal motor para mayores reducciones en el uso de carbón y un crecimiento más rápido de las energías renovables en la región.
Medidas de eficiencia energética en edificaciones, transporte e industria mantienen bajo control el crecimiento de la demanda de energía y, al mismo tiempo, generan una amplia gama de beneficios sociales. Hasta la fecha, las políticas de eficiencia energética no están generalizadas en la región. Menos de un tercio de los países cuentan con estándares mínimos obligatorios de rendimiento energético para motores industriales o electrodomésticos, y pocos tienen códigos energéticos de construcción obligatorios. Una mejor cobertura de las normas de rendimiento en todos los sectores, estándares de economía de combustible más estrictas y códigos de construcción actualizados con referencia a la energía, reducirán el crecimiento del consumo de energía final en una quinta parte en 2030. La adopción de las mejores tecnologías disponibles para productos como los aires acondicionados modera el crecimiento de la demanda de energía con un coste mínimo o nulo para los consumidores.
Los vastos recursos permiten un suministro dinámico y diversificado de combustibles tradicionales y más limpios en la región
América Latina y el Caribe produjo más de 8 millones de barriles de petróleo diarios (mb/d) en 2022, superando la demanda regional con un valor de producción de 230 mil millones de dólares, con más recursos disponibles para incrementar la producción. Los mayores productores de petróleo de la región en la actualidad (Brasil, México, Colombia, Venezuela y Argentina) se encuentran en diversas etapas de desarrollo de sus recursos. En Venezuela, la producción de petróleo ha disminuido en tres cuartas partes desde 2010; las fuentes convencionales en Argentina muestran signos de declive; la producción en Brasil aumentó cerca de un 40% desde 2010 y en Guyana, la producción comenzó recientemente después de un aumento de los descubrimientos costa afuera. Incluyendo estos últimos, la región posee alrededor del 15% de los recursos mundiales de petróleo y gas. Hasta 2030, la producción de petróleo en la región superará el crecimiento de la demanda, sumando alrededor de 2 mb/d de exportaciones netas. Brasil y Guyana aumentan su producción de petróleo en más de 1 mb/d, lo que les otorga dos de los tres mayores aumentos en exportaciones netas del mundo hasta 2035. Sin embargo, cualquier nuevo proyecto se enfrentaría a importantes riesgos comerciales si el mundo está en camino de alcanzar las emisiones netas cero en 2050, ya que la demanda de petróleo disminuye rápidamente.
Top three countries' oil production growth in the Announced Pledges Scenario and Stated Policies Scenario, 2030
AbrirLa región produjo alrededor del 5% del gas natural a nivel mundial en 2022, pero es un importador neto de gas y lo sigue siendo en las perspectivas a pesar de sus grandes recursos. La producción de gas natural disminuye ligeramente en la región hasta 2030 bajo las políticas actuales, lo que aumenta las importaciones netas. Si se cumplen plenamente los compromisos y los objetivos, incluido el de reducir la quema y las emisiones de metano, la producción de gas natural disminuirá constantemente, pero la demanda caerá más rápido, particularmente después de 2030, lo que reducirá las balanzas de importación en 30 mil millones de metros cúbicos (mmc) en 2050 respecto al nivel actual. Argentina amplía la producción de gas en ambos casos mediante la explotación de recursos no convencionales, y consume la mayor parte del gas en la región. La producción cae en varios otros países, en particular en Trinidad y Tobago. Argentina, Brasil, México, Colombia y Venezuela tienen más recursos de gas que podrían explotarse si estuviese justificado por una mayor demanda, unos precios de mercado atractivos y unos costes de producción inferiores a los previstos.
América Latina y el Caribe tienen un enorme potencial para aumentar la producción de combustibles bajos en emisiones. La bioenergía es una industria en crecimiento en la región y los biocombustibles, en particular, pueden ayudar a cumplir los objetivos climáticos y de seguridad energética. Brasil es un destacado productor y consumidor de biocombustibles, y el bioetanol se utiliza en gran medida en el transporte terrestre. Con un mayor apoyo político, el uso de biogás y biometano también podría expandirse en la generación de electricidad y el transporte. Los biocombustibles avanzados tienen un gran potencial, como la exportación económicamente competitiva de queroseno para biojet. Con abundantes recursos de energía renovable, la región tiene el potencial para convertirse en un importante productor de hidrógeno y otros combustibles relacionados de bajo costo y bajas emisiones, particularmente en Argentina, Brasil, Colombia y Chile. Ya hay anuncios de importantes proyectos de hidrógeno de bajas emisiones. Más allá de las aplicaciones tradicionales del hidrógeno, como para la refinación y para los químicos, el hidrógeno de bajas emisiones también permitiría reducir las emisiones en otras aplicaciones industriales. Por ejemplo, desarrollar hierro de bajas emisiones y a un costo competitivo podría dar un importante impulso a la economía regional y atraer inversiones extranjeras.
Las transiciones mundiales abren grandes mercados para América Latina y el Caribe
Los abundantes recursos minerales ofrecen oportunidades para diversificar el suministro mundial y generar crecimiento económico, al tiempo que permiten transiciones hacia unas energías limpias a nivel mundial. La región tiene al menos un tercio de las reservas mundiales de litio, cobre y plata. Los ingresos por la producción de minerales críticos (grafito, bauxita, níquel, zinc, litio, cobre y neodimio) ascendieron a unos US$ 100 mil millones en 2022. En el APS, superarán los ingresos procedentes de la producción de combustibles fósiles antes de 2050. Las exportaciones de cobre y litio serán especialmente significativas: el cobre como componente esencial de las redes eléctricas, que deben fortalecerse y ampliarse, y el litio para impulsar la adopción de vehículos eléctricos y el almacenamiento en baterías a medida que se integran energías renovables más variables en los sistemas energéticos.
La región tiene recursos que la sitúan en una buena posición para un sistema energético cambiante, desde petróleo de formaciones compactas y gas de esquisto (shale gas) hasta energías renovables, minerales y metales. Avanzar en la cadena de valor desde las exportaciones de minerales en bruto y menas hasta producir materiales refinados y procesados puede beneficiar a la economía de la región y fomentar el desarrollo tecnológico. Los productores deben ser ágiles y leer bien los mercados para aprovechar nuevas oportunidades. En todos los casos, unas normas estrictas en cuestiones medioambientales, sociales y de gobernanza —incluida la atención a las emisiones de metano— marcarán enormes diferencias en las perspectivas.
Para cumplir los objetivos nacionales y aprovechar las oportunidades globales, la región debe cerrar las brechas en políticas, aumentar la inversión y poner a las personas en el centro de sus estrategias
Existe una brecha de implementación significativa en América Latina y el Caribe, ya que las políticas actuales conducen a un aumento de las emisiones de CO2 mientras que los compromisos climáticos exigen recortes profundos. Es necesario cubrir los vacíos en las políticas para cerrar la brecha entre la trayectoria de las emisiones de CO2 en el STEPS, que aumentan de 1660 millones de toneladas (t) hoy a 1850 t en 2050, y el APS, donde estas emisiones caen por debajo de 800 t para 2050. Nuestro análisis señala que las energías renovables, la electrificación, la eficiencia energética y otras medidas para reducir la demanda son las áreas claves que requieren mayor atención por parte de los responsables políticos y medidas de aplicación más sólidas.
Además de la energía, los enfoques para reducir las emisiones en la región también deben prestar suma atención al uso del suelo y a la agricultura. Hoy en día, el uso del suelo y la agricultura producen el 45% de las emisiones regionales de GEI. Tras décadas de pérdida de la cubierta arbórea, los compromisos del APS conducen a una reducción del 80% de la deforestación de bosques primarios para 2030 y a un crecimiento forestal neto de 100 millones de hectáreas para 2050. Junto con mejores prácticas de gestión de recursos, el uso de la tierra y la agricultura alcanzan las emisiones netas cero de gases de efecto invernadero de aquí a 2030, y los esfuerzos de forestación en Brasil y México desempeñarán un papel clave.
La inversión en energía limpia necesita un gran impulso para alcanzar los objetivos de reducción de emisiones relacionadas con la energía y aprovechar las oportunidades internacionales. En el APS, la inversión en energía limpia se duplicará de aquí a 2030, hasta alcanzar los 150 mil millones de dólares, y se quintuplicará de aquí a 2050. La relación entre inversión en fuentes limpias y combustibles fósiles sin captura de carbono integrada aumenta de aproximadamente 1:1 hoy a 4:1 durante la década de 2030. Atraer capital privado será fundamental para lograrlo, pero entre los desafíos figuran altos costes de financiación, inestabilidad política y regulatoria, y una limitada capacidad crediticia nacional. Superar estos obstáculos requiere políticas de apoyo, soluciones personalizadas como instrumentos de cobertura, y más financiamiento concesional, especialmente para la eficiencia energética y las tecnologías emergentes.
Una transición inclusiva y centrada en las personas exige el acceso universal a la energía moderna a precios asequibles. América Latina y el Caribe cuenta con uno de los niveles más altos de desigualdad de ingresos: el 10% más rico de la población concentra el 40% de las emisiones totales. Alrededor de 17 millones de personas siguen sin acceso a la electricidad y 74 millones carecen de acceso a una cocina no contaminante. Más esfuerzos son necesarios para lograr el acceso universal en ambos frentes. La energía asequible también es una preocupación importante. Una transición más rápida hacia la energía limpia podría reducir los costes energéticos para los hogares, facilitando la eliminación de los subsidios a los combustibles fósiles. Sin embargo, los grupos con ingresos más bajos pueden necesitar ayuda, dados los mayores costes iniciales de algunas tecnologías de energía limpia. La transición hacia energías limpias también ofrece nuevas oportunidades de empleo para los trabajadores de la región, ya que se prevé que los puestos de trabajo en el sector energético aumenten más de un 15% hasta 2030, especialmente en las tecnologías de energía limpia y en el sector de los minerales críticos.